Omeprazol es el fármaco más popular de la familia de medicamentos conocida como los inhibidores de la bomba de protones (IBP). Esomeprazol, pantoprazol, lansoprazol y rabeprazol son los otros cuatro fármacos. Como explica Cristina Casado, coordinadora del Comité de Pacientes y Ciudadanía de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP), todos ellos “actúan de la misma manera, tienen las mismas indicaciones y los mismos posibles efectos adversos”.
Los IBP están indicados para tratar los síntomas (ardor, inflamación y dolor) de algunas dolencias específicas como la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), para curar úlceras gástricas o duodenales, muchas veces asociadas a infecciones por una bacteria (Helicobacter pylori), para prevenir sangrados o úlceras digestivas que pueden ser producidas por algunos fármacos en pacientes con determinados condicionantes o para controlar el exceso de ácido en el estómago, un síntoma habitual de una enfermedad rara llamada Zollinger-Ellison.
Sin embargo, como explica Cristina Casado, entre la población “se ha extendido la creencia errónea de que son protectores de estómago y de que, como tales, sirven para proteger este órgano ante situaciones que la población considera que son dañinas para él, como una comida copiosa, el consumo de alcohol o la toma de muchos medicamentos”.
Nada más lejos de la realidad. Como añade Ana Blázquez, miembro del Comité de Pacientes y Ciudadanía de la SEFAP, los IBP reducen la cantidad de ácido producido por el estómago, pero en ningún caso generan ninguna capa protectora en él. “Mucha gente recurre al omeprazol y a otros IBP durante las fiestas navideñas, pero la realidad es que omeprazol, como el resto de los IBP, no sirve para “protegerse” de los excesos. El alcohol tiene una acción irritante sobre la mucosa gástrica y omeprazol no evita esta irritación, ya que su mecanismo de acción es diferente. Y los grandes excesos en las comidas pueden producir indigestión o acidez, pero tomar omeprazol sin necesidad puede alterar la producción natural de ácido y la digestión”, argumenta.
Además, como apunta Cristina Casado, omeprazol tampoco funciona como un antiácido de acción inmediata. Su efecto comienza a notarse a las 4-6 horas de la ingesta y para obtener su máxima efectividad requiere de 2 a 4 días de tratamiento diario: “No está diseñado para molestias pasajeras”.
¿La mejor solución? Menos atracones de comida y menos alcohol
En base a esta confusión existente entre la población, desde la SEFAP se ha elaborado una infografía para informar a la población sobre el uso adecuado de estos fármacos y sobre los riesgos de su uso fuera de ficha técnica.
En general, como explica Ana Blázquez, coautora de la infografía, el uso inadecuado de estos fármacos expone a los pacientes a sus efectos adversos sin obtener sus beneficios, “por lo que resulta en un balance negativo para la salud”. En cuanto a los efectos adversos, la farmacéutica de atención primaria diferencia entre los que se pueden producir a corto y a largo plazo.
A corto plazo, omeprazol puede causar efectos secundarios como dolor de cabeza, dolor abdominal, estreñimiento, diarrea, gases o vómitos. A largo plazo, como consecuencia del cambio de acidez mantenido del estómago, pueden aumentar el riesgo de infecciones digestivas y reducirse la capacidad de absorción y, por tanto, producirse déficits de calcio, magnesio y vitamina B12. “Esto último puede derivar respectivamente en un aumento del riesgo de fracturas óseas (especialmente en personas mayores), alteraciones musculares o cardiacas, y pérdidas de memoria”, señala.
¿Y qué alternativas existen para quienes tomaban erróneamente omeprazol como “protector de estómago? Ana Blázquez apunta que la mejor forma para evitar las molestias gástricas son medidas que no implican el uso de fármacos. Por ejemplo, comer con moderación, no excederse con alimentos grasos, fritos, picantes o muy azucarados, que son más difíciles de digerir; comer despacio, masticar correctamente, y evitar la ingesta excesiva de alcohol, que además de irritar el estómago, puede causar reflujo y malestar general.
“Si a pesar de estas medidas existieran molestias se pueden usar de forma ocasional antiácidos como son las sales de frutas, el bicarbonato o medicamentos que contienen almagato”, aconseja Blázquez. No obstante, como añade Cristina Casado, antes de utilizar alguna de estas alternativas, sobre todo en el caso de pacientes que tomen otros medicamentos, “es recomendable consultar a un profesional sanitario, quien valorará la opción más adecuada, teniendo en cuenta posibles interacciones con el resto del tratamiento”.