Se estima que el asma, la enfermedad respiratoria crónica más frecuente en la infancia, afecta aproximadamente a 2,5 millones de personas en España, la mitad de las cuales no tiene bien controlada su enfermedad. Según un estudio de 2011, solo en Pediatría el asma supondría un coste para el sistema público de salud de alrededor de 532 millones de euros al año -un 40% del cuales son costes indirectos atribuibles al tiempo dedicado por los cuidadores-. Una cifra que, como la prevalencia de la enfermedad, es creciente.
“Desde el punto de vista del propio paciente, el asma bien controlado no interfiere en las actividades diarias y se puede llevar una vida perfectamente normal. Cuando no hay buen control, comienzan las limitaciones (por ejemplo, a la actividad física) y son más frecuentes las crisis asmáticas con lo que ello conlleva: visitas a urgencias e intensificación de tratamiento farmacológico”, explica Pablo Jiménez Moreno, farmacéutico de atención primaria y coordinador de la Jornada Aula FAP 2024, organizada por la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP).
Aula FAP 2024, que se celebra estos días en el Hotel NH Nacional de Madrid, centra su atención en esta edición en el asma. Los 60 farmacéuticos de atención primaria asistentes al evento, señala Jiménez Moreno, tendrán la oportunidad de “ponerse al día” con el manejo de esta patología crónica, especialmente en lo referente al tratamiento y el abordaje clínico en las consultas de atención primaria y pediatría; así como al manejo de los dispositivos de inhalación y a las revisiones de tratamiento centradas en esta patología.
Manejo y tratamiento del asma
“El FAP tiene potencial para aportar al manejo y tratamiento del asma desde varios frentes”, señala el coordinador de la jornada, que destaca entre esos frentes fundamentalmente tres.
El primero, la revisión del tratamiento del paciente asmático para adaptar el plan farmacoterapéutico al escalón de tratamiento que requiera el paciente en cada momento. El segundo, el apoyo a la hora de seleccionar el dispositivo y los fármacos que mejor se adapten a cada paciente y de ayudar a su manejo correcto: “Una técnica de inhalación apropiada es más relevante que el principio activo prescrito en muchos casos”. Y en tercer lugar, por último, la identificación de la adherencia subóptima de los pacientes, “ayudándoles a mantener el nivel de cumplimiento necesario para que su control del asma sea bueno”.
En ese sentido, Pablo Jiménez Moreno destaca como especialmente importante el papel del FAP en el caso de la población pediátrica y de la población mayor. “Creo que es importante que los niños (y sus padres o cuidadores) aprendan a hacer un uso correcto de los medicamentos desde edades tempranas ya que algunos de ellos van a seguir utilizando inhaladores durante muchos años. Si les ayudamos a ser adherentes, a utilizar los medicamentos correctamente, a entender por qué es importante utilizar una cámara de inhalación y cómo mantenerla en óptimas condiciones, los beneficios en salud se consolidarán”, sostiene el miembro de SEFAP.
El asma en los pacientes mayores
Por lo que respecta a los pacientes mayores, por su parte, Jiménez Moreno destaca el “ojo clínico” de los FAP, “muy entrenado para la priorización de los problemas de salud y la simplificación de los tratamientos” en una etapa vital en la que existe un “importantísimo problema” de polimedicación. “Existen numerosos inhaladores distintos con múltiples combinaciones de fármacos y podemos ayudar a seleccionar los que mejor se adapten al paciente: pautas diarias, cada 12 horas, a demanda, con inhaladores de polvo seco, o presurizados con cámara… Además, nuestro conocimiento de estos dispositivos también nos puede ayudar a seleccionar el más apropiado para pacientes que, por ejemplo, presenten dificultades para manipular el dispositivo o para sincronizar pulsación e inhalación”, concluye.