La esketamina podría ser clave en el tratamiento de la depresión resistente al tratamiento

La esketamina podría ser clave en el tratamiento de la depresión resistente al tratamiento

La esketamina podría ser clave en el tratamiento de la depresión resistente al tratamiento 1359 903 Docor Comunicación

Un estudio pionero y prospectivo evaluó el impacto de la esketamina en pacientes con depresión resistente al tratamiento (TRD), analizando su efectividad y los posibles cambios en los niveles de neurofilamentos, un marcador de daño nervioso, así como en el volumen de distintas áreas cerebrales.

Los primeros resultados de 9 pacientes sugieren alteraciones tanto en los neurofilamentos como en el volumen cerebral antes de iniciar el tratamiento, lo que podría servir como biomarcador para predecir la evolución de la enfermedad. La esketamina es el nuevo fármaco intranasal, un enantiómero de la ketamina, aprobado por la FDA para tratamiento de trastorno de depresión resistente en combinación con otros antidepresivos.

El estudio ha sido presentado en el Congreso Nacional de Psiquiatría que se ha celebrado en Donostia-San Sebastián por la Dra. Ana Rodríguez Lorente, investigadora principal del estudio, quién destaca que “Estos hallazgos son prometedores, pero necesitamos más datos para confirmar los efectos a largo plazo de la esketamina».

El estudio ha sido realizado por la Dra. Ana Rodríguez Lorente, residente de psiquiatría, Maria Pilar Campos Navarro adjunta de psiquiatría y el Dr. Juan Antonio García-Carmona adjunto de neurología en el Hospital Santa Lucia Cartagena, Murcia.

En este contexto, la especialista señaló que la depresión resistente al tratamiento, conocida como TRD, es un tipo de depresión en el que los pacientes no mejoran con los tratamientos habituales. Las investigaciones han indicado que este tipo de depresión está relacionado con daño en las conexiones nerviosas del cerebro y cambios en el tamaño de ciertas áreas cerebrales. Sin embargo, hasta ahora no se habían realizado estudios sobre cómo afectan nuevas terapias, como la esketamina, a la inflamación o a la pérdida de tejido cerebral.

Estudio pionero

Este estudio pionero tuvo como objetivo evaluar cómo funcionaba la esketamina en pacientes con TRD y analizar si provocaba cambios en los niveles de neurofilamentos (una sustancia que indica daño en los nervios) y en el volumen de áreas cerebrales clave, como el hipocampo, regiones corticales y subcorticales, y las principales vías nerviosas. Para ello, se midió el estado de los pacientes antes de iniciar el tratamiento y después de seis meses.

Los pacientes del estudio fueron evaluados regularmente, al comienzo del tratamiento y luego a los 1, 3 y 6 meses. Para conocer su evolución, se utilizaron diferentes cuestionarios que midieron la gravedad de su estado de salud (CGI-S), su calidad de vida (PHQ-9), el nivel de depresión (MADRS), la discapacidad que percibían (Escala SDI), su satisfacción con el tratamiento (DAI), el riesgo de suicidio (Escala Columbia) y el nivel de agotamiento del cuidador (Escala Zarit).

Además de estas pruebas clínicas, se realizaron resonancias magnéticas cerebrales avanzadas para medir el volumen de diferentes zonas del cerebro y evaluar las conexiones nerviosas. Se utilizó el software Vol2Brain e ImageJ para comparar los cambios en el volumen cerebral antes y después de seis meses de tratamiento con esketamina. También se analizaron muestras de sangre para medir los niveles de neurofilamentos, lo que permitió detectar posibles daños en los nervios.

En su fase inicial, el estudio presentó los resultados de los primeros 9 pacientes evaluados antes de empezar con esketamina. Las puntuaciones de las escalas clínicas fueron las siguientes: CGI-S=3.3, PHQ-9=21.3, MADRS=31.2, Escala SDI=28, DAI=9.0, Escala Columbia=14.6 y Escala Zarit=66.

Estos resultados sugirieron que tanto los niveles de neurofilamentos como el volumen cerebral estaban afectados en pacientes con TRD, lo que «podría ser útil para predecir la evolución de la enfermedad y mejorar el diagnóstico», destacó la Dra. Rodríguez Lorente.

Aunque estos datos iniciales fueron importantes, «se necesita más investigación para confirmar cómo la esketamina puede afectar a estos indicadores a largo plazo», concluyó la investigadora.

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